STEVE EARLE: "Townes" (2009)

Si hay algún artista que tuviera la misión de homenajear la música creada por Townes Van Zandt ese no es otro que Steve Earle. Todos sabemos la devoción que tiene unos de nuestros outlaws favoritos por el músico tejano y su influencia en sus composiciones. Es tal la profunda admiración, que a uno de sus hijos le puso el nombre de su ídolo. ¡Buena decisión, sí señor! Por cierto, el chaval acaba de sacar su segundo disco al mercado y no lo hace nada mal pero eso es otro tema del que quizás se hable más adelante en este blog.
La verdad es que la carrera de Steve Earle es impecable y envidiable. Un tío marcado por las desgracias, la mala suerte y un sinfín de cosas más debería de estar en un pozo sin fondo pero eso no es el caso de Steve Earle. Este hombre supo reponerse y salir a flote a base de grandes obras rellenas de canciones memorables. Sería difícil poder quedarse con una sóla pero lo que tengo claro es que su último trabajo antes de publicar este “Townes” ha supuesto una enorme decepción y un paso atrás. Parecía que su nuevo matrimonio con Alisson Moorer no le había sentado nada bien en sus nuevas composiciones. Nuestro country rocker favorito andaba un poco perdido, apagado y con “nuevos sonidos” que no venían a cuento. Eso me recuerda a Springsteen que desde que se cruzó con Scialfa no a dado una a derechas y espero que Earle no siga por la misma a senda porque ya me jodería un huevo.

Cuando me enteré que iba a editar este homenaje a Townes Van Zandt salté de alegría. Aquí la cosa no podía fallar. La excusa perfecta para volver a reinar en lo más alto del rock tradicional americano con un pedazo de disco bajo el brazo y volver a demostrar a todo sus fans que sigue en la brecha.
Pero siento decir que después de numerosas escuchas no es del todo lo que me esperaba. Tal vez me pase lo mismo que el último de Neil Young, mis expectativas estaban puestas muy altas y se me quede un poco a medias aunque bien es cierto que me parece mejor que el “Fork in the road” del tío Neil.
Hay cosas que siguen sin cuadrarme como “To love is to fly” o esas bases programadas en “Loretta”, casualmente son los dos temas donde colabora su mujer, la parte final del disco que se me hace un poco cansina y la soporífera “No place to fall”, pero ojo hay maravillas como “Lungs” con Tom Morello a la guitarra, “Rake” o “Marie” que harán las delicias de sus seguidores, sin olvidarnos de un tema como “White freightliner blues” que no hubiera desentonado en ese maravilloso disco de bluegrass como es “The Mountain”.
Un disco oscuro, tristón, parco en producción y desigual en contenido.
Esperemos que sea un breve paréntesis y nos vuelva a deleitar con nuevas composiciones propias para hacernos tocar el cielo como tan bien lo hizo en el pasado.