THE GEORGIA SATELLITES: "In the land of salvation and sin" (1989)

Hacía tiempo que me rondaba por la cabeza hablar de un disco tan especial en mi vida como es el “In the land of salvation and sin” de The Georgia Satellites, pero hasta hoy no me decidí a dar el paso para que luzca por todo lo alto en esta bitácora. Era una deuda pendiente a un trabajo que merece como tal todos los honores que uno le pueda atribuir.

Seguro que os pasa a la mayoría de vosotros, que hay ciertos discos que siempre están ahí a tu lado, acompañándote en los buenos y malos ratos. Canciones que hacen parte de tu vida desde hace mucho tiempo y que por alguna razón, que a veces se te escapa, vuelven una y otra vez a tu reproductor o tocadiscos según los casos. Una atracción propia de un imán de la cual eres incapaz de desengancharte. Este “In the land of salvation and sin” es un claro ejemplo para quien subscribe. Es raro que pase un buen puñado de semanas y no lo recupere en su conjunto o con temas escogidos aleatoriamente. Su adicción está presente cada cierto tiempo y ayer volvió a ocurrir nuevamente.

A primeras, llama la atención que no es el disco más festivo de los Satellites. Más bien un poso de melancolía recorre la mayoría de los surcos que lo conforman y tal vez sea por eso que me decante por él como la mejor obra que parieron estos tíos de Atlanta, liderados por Dan Baird y Rick Richards. Sus dos primeras obras estaban llenas de canciones marcadas por el patrón Stones/Faces con toques southern, ideales para corear y cantarlas en voz alta, pero aquí el factor emotivo y emocional gana muchos más enteros con temas cargados de sensibilidad como “All over but the cryin’”, “Another chance”, “Sweet blue midnight”, “Six years gone” o “Days gone by” dedicada a Elvis.

Por supuesto, no todo es nostalgia y el rock’n’roll más genuino está más que presente en pildorazos como “I dunno”, “Dan take five” o una “Slaughterehouse” (cantada por Richards y tocada a todo trapo), dan forma a uno de los álbumes más completos de la década de los 80’s. La producción efectiva y llena de frescura de un tal Joe Hardy, es también clave en todo el proceso. Este tío suele ser una garantía en esos menesteres y es una pena que siempre esté a la sombra de los más grandes. No querría tampoco olvidarme de la presencia de todo un “Faces” como Ian McLagan, que nos aporta su sabiduría en la mayoría de los temas, y la voz de la angelical Nicolette Larson, conocida por sus colaboraciones para Neil Young o Emmylou Harris, que aportan su granito de arena a esta maravilla que sigue sonando tan celestial como el primer día que aterrizó en mi casa.

Hace años, cuando vi por primera vez a Dan baird y le di este disco para que me lo firmase, no pude evitar referirme a él y en particular a una canción que habré escuchado infinidad de veces como “All over but the cryin’”. Le comenté que me parecía una de las composiciones más bellas que había escuchado nunca y le daba las gracias por haber firmado tal obra maestra. Dan sonrió, me abrazó amistosamente y simplemente me dijo “Thank you!”. Un detalle emotivo que quedará grabado a fuego en mi memoria.

Con discos de esta índole, no me cabe la menor duda de que la vida tiene mucho más sentido.