
Hace un par de semanas, cuando me puse a redactar la entrada sobre The Electric Flag, me acordé de este disco que hoy nos ocupa e ipso-facto me fui a mis archivos donde guardo la música y lo volví a escuchar para disfrute de mis sentidos. La verdad es que me avergüenzo un poco de tenerlo en formato MP3 y que no esté poblando mis estanterías, porque es un álbum que rebosa calidad por doquier y está a un precio fabuloso desde su última reedición hace unos años, así que intentaré ponerle remedio a esto en cuanto pueda. En fin, la típica compra que uno va relegando y que no acaba de concretarse nunca.
“Super session” es la clase de disco donde predomina la música por encima de todo. Se nota que ha sido hecho con sencillez y espontaneidad sin la necesidad imperiosa de buscar ningún hit para en las listas. Estamos en el año 1968 y cuando músicos de la calidad de este trío se reunían en un estudio, sólo podía salir algo grande y eso es justo lo que tenemos en estos 50 minutos de recital por parte de estos tres genios.
Brillantemente concebido por Kooper, que acababa de dejar Blood, Sweet & Tears, este álbum se diferencia en dos partes, la que protagoniza Bloomberg y la otra por Stephen Stills, los dos brillando por todo lo alto a las seis cuerdas pero sin llegar a coincidir en ningún momento en las grabaciones de esta obra. Completan esta súper-banda, dos tipos como Harvey Brooks al bajo y Barry Goldberg, que hacían parte de The Electric flag y Eddie Hoh a la batería.
La cara de Mike Bloomberg es mi favorita, sin desmerecer por supuesto lo hecho por Stills. El genial guitarrista de Chicago se exhibe en los cinco cortes, donde es el protagonista, antes de dejar bruscamente las sesiones debido a sus problemas con las drogas. Su clase y técnica se puede apreciar ya desde el primer tema como la instrumental “Albert’s shuffle”, un refinado blues apoyado por una excelente sección de vientos y el Hammond B-3 de Kooper. La música sigue fluyendo con total naturalidad en “Stop”, un tema tocado posteriormente por James Gang y que aquí sirve para lucimiento otra vez de Bloomberg y Kooper en sus respectivos instrumentos. La vena soul aparece en “Last temptation”, firmada por Curtis Mayfield que, sin ser un mal tema, da la impresión de no encajar mucho en el concepto de este disco. La jam vuelve a ser protagonista en el siguiente corte “His Holy Modal Majesty”, con una base más jazzy, y cierra la primera parte “Really”, donde el blues vuelve a brillar con fuerza.
Con Stephen Stills de recambio para completar el resto del álbum, la cosa empieza a lo grande con una soberana versión de Dylan en “It takes a lot to laugh, it takes a train to cry”, mucho más dinámica que la original y con un aire muy sixties propia de aquella época. La sigue el punto álgido de este cara con la extensa “Season of the witch”, donde otra jam de órdago te sumerge en otras latitudes. En la recta final tenemos dos temas menores dentro del lote como son “You don’t love me”, mucho menos inspirada que la posterior versión de The Allman Brothers Band en su mítico directo en el Fillmore, y “Harvey’s tune”.
Un disco totalmente recomendable para quien lo desconozca y a los demás, si ya hace parte de sus vidas, que lo sigan disfrutando como bellacos.