Me he puesto hace unas semanas con la difícil y compleja tarea de asimilar la discografía de Grateful Dead, animado sobre todo el pasado verano por un compañero de conciertos como es Luis, un auténtico fan de la mítica formación americana que tuvo la fortuna de verlos varias veces al otro lado del Atlántico. La amena conversación en torno a los Dead tuvo lugar en Londres poco antes de empezar el bolo de Warren Haynes Band y en ella le comenté lo poco que sabía del combo californiano y la gran pereza que me producía tener que adentrarme en la cantidad de discos que atesoraban. Por supuesto, conocía algunos de sus clásicos como “Truckin’”, “Tennessee Jed”, “Sugaree”, “Casey Jones”, “Friend of the devil”, “Stella blue” o “Sugar Magnolia”, por citar algunas canciones, o el famoso directo “Live in Europe’72”, pero lo que se llama profundizar en su obra era algo hasta ahora desconocido en mi currículum musical.

La verdad es que cuando hablamos de los Dead y de su carrera, uno no sabe por donde empezar porque es tal la cantidad de discos que tienen, sobre todo si nos centramos en sus directos, que impone bastante tener que abarcar todo lo que poseen en el mercado. En ese aspecto, he obviado todos los archivos que han sacado al mercado a lo largo de estos últimos años, ya sea con los Downloads Series, Dave’s Picks, Dick’s Picks o Road Trips, que contienen innumerables directos de la banda de San Fransisco. Si hay ganas, coraje y tiempo, más adelante intentaremos hacerles un hueco a todo ese universo musical. Así que tranquilidad y me tomo todo el tiempo del mundo en saborear cada obra que fueron firmando a lo largo de los años fuera de esos archivos porque de lo contrario te puedes volver literalmente loco con lo relacionado alrededor de esta banda.

Lo que hay que tener claro desde el principio con estos tíos, es separar sus obras en estudio con los innumerables directos. En ese último aspecto me he centrado en sus míticos lives que han salido al mercado como son el “Live in Europe ‘72”, “Hystory of Grateful Dead vol 1”, “Skull & Roses” y “Live/dead”. En esas grabaciones es donde nos damos cuenta de la grandeza de esta banda y la manera que tenían de alargar sus temas en jams interminables. Sin duda, es en la improvisación e imaginación donde sacaban a relucir todo su potencial recreando sus propias composiciones y echando mano de incontables versiones que llevaban a su propio terreno, impregnándolas de su inconfundible sello. En ese aspecto crearon escuela e influenciaron a miles de bandas americanas, algo que se nota en bandas actuales como The Black Crowes o Gov’t Mule, por citar las más evidentes. El directo era su hábitat natural, cada noche era un experiencia única para sus componentes y los afortunados presentes, donde no solían repetir el mismo set-list, de ahí que lo plasmaran en sus muchos directos de su dilatada discografía.

En cuanto a sus obras de estudio, es un gustazo descubrir cada paso que han dado y la evolución que experimentaron en sus diferentes etapas. Desde sus primeros tiempos en plena era psicodélica, pasando por su período más folk/country, siguiendo a mediados de los 70’s bajo su propio sello discográfico con una fase mucho más madura a base de jazz/blues/rock y llegando incluso a coquetear con sonidos más progresivos con un álbum como “Terraplin Station” que me dejó bastante descolocado. En todo ese conjunto, hay discos que me parecen excelentes como “Workingman’s dead” o “American beauty” y otros mucho más experimentales y psicodélicos como “Anthem of the sun” o “Aoxomoxoa”, que no me acaban de convencer por su difícil propuesta, pero eso en un mundo musical tan amplio como los Grateful Dead es algo lógico y normal.
Por ahora hemos llegado a “Shakedown Street”, publicado en el año 1978, producido por el añorado Lowell George de los Little Feat, y seguiremos a los largo de estas próximas semanas profundizando en una carrera tan rica y prolífica, nada fácil de digerir pero que te puede proporcionar toneladas de horas de felicidad en tu menú musical.