SCREAMIN' CHEETAH WHEELIES: "s/t" (1993)

A la espera de noticias relacionadas con el nuevo trabajo de Mike Farris, que debería salir a la luz en los próximos meses, me apetece rescatar a su banda, Screamin’ Cheetah Wheelies, que tantos placeres nos proporcionó años atrás.

La verdad es que la carrera en solitario de Mike Farrris es fascinante pero no por eso me olvido fácilmente de los Wheelies, una banda fundamental de la década de los 90’s, que nos dejó tres álbumes en estudio dignos de ser considerados de lo mejorcito facturado en esa era de música alternativa y grunge. Estos tipos nada tenían que ver con la bandas de Seattle o todo lo que predominaba en esa década. El rock clásico, adornado de una cocktelera musical donde cabían el blues, hard, soul, funk o el boogie, eran su sello de identidad y les convertía en una banda muy, muy especial.

El primer golpe de autoridad sobre la mesa lo pusieron con su álbum homónimo, del año 1993, al que considero su obra más completa. Muchos de sus seguidores siempre tienen como favorito a su sucesor  “Magnolia”, cosa que siempre me ha sorprendido, pero yo lo tengo claro, siempre me decanté por este debut porque el flechazo fue instantáneo. Esas canciones, ese sonido tan especial y esa voz de Farris, hicieron mella en mi existencia del mismo modo que lo hicieron los Crowes. De hecho, y seguro que más de uno me lo echará en cara, creo honestamente que esta banda no tenía nada que envidiar a los hermanos Robinson. Si comparamos la primera trilogía de ambos no veo mucha diferencia. El nivel es parejo. Ahí queda eso.

La prueba del talento y el nivelazo que se gastaban estos tíos fue este primer L.P.,toda una demostración de cómo se entra por la puerta grande en esto del rock’n’roll. 11 temas que son 11 maravillas unas detrás de otras. 55 minutos de goce continúo donde no sobra ni un solo segundo. Es duro decirlo pero ya no se hacen discos tan mágicos como este, donde todo suena a gloria desde la voz, la producción, la música y ¡las canciones!, que se convierten en pequeños clásicos desde el mismo momento que los escuchas.

Momentos celestiales los tenemos por doquier. Da igual que sea el single “Shakin the blues”, la melancolía que emana desde “Moses Brown”,  la clásica  “This is the time”,  la jam que se montan en medio de la funky “Somethin’ else”, la pieza instrumental “Jami” con esa maravillosa slide que te transporta a otros mundos y que directamente te engancha a mi favorita “Sister Mercy” o ese tremendo final épico que desprende “Majestic”; todas fluyen con total naturalidad para crear una obra redonda y homogénea que sigue sonando igual de fresca que la primera vez que irrumpió en tu vida.

Una pena que los malos hábitos de Mike Farris y, por qué no decirlo, no tener un pelín más de suerte, les restasen el gran éxito que se merecían. Este disco tenía que haber marcado a generaciones enteras de melómanos rendidos al buen rock’n’roll, pero desgraciadamente se quedó en la memoria de unos pocos, que seguimos disfrutando de su legado con toda la pasión que requieren sus composiciones. ¡Grandes!