THE BAND: "Music from the big pink" (1968)

Si hace una semana os hablaba de mi introducción en la carrera de Leon Russell, esta vez le toca al turno a una de las bandas con más solera del panorama rockero de finales de los 60 y parte de la siguiente y que ha influenciado a miles de músicos en los años venideros. Me estoy refiriendo a The Band, una de mis grandes asignaturas pendientes y donde les acabo de dar un repaso exhaustivo a su discografía estos dos últimos meses hasta llegar a su mítico álbum en directo “The Last Waltz”.
Cuando inicio una discografía de un grupo suelo empezar por el principio y me imagino que haremos todos por igual. No le veo sentido empezar por el medio, seguir con lo último y acabar por lo primero. ¡El orden ante todo! El caso de The Band era atacar con su primera obra llamada “Music from the big pink” del año 1968, un disco capital en la carrera de Helm, Robertson y Cia y que desde las primeras escuchas me enganchó notablemente.
Con este primer plástico, este combo canadiense ya tenía las suficientes tablas antes de entrar en estudio. Eran ni más ni menos que la banda que acompañaba al señor Bob Dylan en su gira del 66 y que grabó su “The Basement tapes”. Todo ese currículum, que ganaron con los años, les ayudó a crear una excelente obra que supo perfectamente combinar elementos del country y folk con el rock’n’roll en plena era hippie . El propio Bob Dylan les ayudó a tener algo de popularidad aportando su granito de arena al componer tres temas, como la inicial “Tears of rage”, “This wheels ‘s on fire” y la sensacional “I shall be released” que cierra el disco.

Pero la canción que les dio a conocer y que se presenta como el primer clásico es “The weight”, que hizo parte de la sensacional banda sonora de la película “Easy rider”, un himno imperecedero que muchas bandas han versioneado, desde los mismísimos Allman Brothers Band hasta Little Feat. Es imposible no dejarte llevar por ese temazo con esa sensacional voz de Levon Helm. La puedes escuchar mil veces y no te cansará nunca. Una canción que vale como excusa perfecta para tener este vinilo. El resto del álbum no desmerece en absoluto y ahí tenemos los claros ejemplos de “To kingdome come”; “Chest fever”, con un sensacional trabajo al órgano de Garth Hudson, o las maravillosas armonías vocales en “We can talk”, que no hacen más que rendirte a la maestría de este combo.
En resumidas cuentas, “Music from the big pink” esconde bellísimas y profundas canciones llenas de originalidad que sin duda completan un inmejorable comienzo para una banda que supo asentar las bases del movimiento musical basado en la música tradicional y de raíces que tanto está de moda en el panorama rockero actual.