It’s
Boss time!
En un principio no tenía pensado hacer ninguna reseña del
bolo acontecido ayer en El Molinón a cargo de Bruce Springsteen & The E
Street Band. Mi idea era seguir con nuestro viaje a Holanda y más concretamente
reflejar mis impresiones de la primera noche de los Crowes en Paradiso, pero
salí tan satisfecho con otra demostración de poderío a cargo del Boss que no me
queda otra que reflejarlo en mi blog como se merece.
Era la tercera vista del de New Jersey en tierras astures
y las tres han sido un éxito rotundo. Es más, esta última rebasó con creces
todas las expectativas de un plumazo: fecha única en España, sold-out en
cuestión de horas y por si fuera poco, nada más llegar al lugar, una cola de
impresión que no cesaría de crecer a lo largo de la jornada. ¡Lo nunca visto
por estos lares! Ni siquiera los Stones hace un buen puñado de años tuvieron
tanta devoción entre el respetable. Está claro que este hombre mueve montañas y
tiene un poder de convocatoria que pocos pueden presumir.
Después de pasar horas haciendo cola como condenados y
conseguir entrar en el pit, nuestro primer objetivo estaba cumplido. Ver al
protagonista de la noche a una distancia lejana te iba a condicionar para mal,
sobre todo cuando se trata de recintos grandes donde la proximidad está
reservada para unos pocos. Eso es lo que pasa cuando servidor está acostumbrado
a chuparse la primera fila de los conciertos, pero con Bruce todo cambia y
poder estar cerca del escenario se hace misión imposible. Para haceros una idea
del asunto, a las doce del mediodía ya
teníamos a 2000 personas numeradas delante de nosotros y nos temíamos lo peor
aunque por fortuna conseguimos un sitio aceptable.
No me voy a poner a desgranar punto por punto lo
acontecido ayer noche. Tres horas y media de bolo adornado con más de treinta
canciones da para mucho y las emociones que vas experimentado son tan dispares
que necesitaría horas para poder expresarlas en esta entrada. Lo que queda
claro de primeras para todos es que nadie puede negar la entrega, pasión y el
derroche de facultades que tiene este hombre. En ese aspecto no se le puede
reprochar nada y se lleva con todo merecimiento todo tipo de alabanzas. Es un
animal escénico y punto. Quién no lo quiera ver así es que directamente es un
mentecato que no quiere dar su brazo a torcer. ¿Alguien hoy en día hace
conciertos tan largos? Pues eso, a ver
quién es el chulito que lo supera!!
Lo dicho, en cuestión entrega no hay casi nadie que tosa
a este hombre y sus conciertos son todo un tour de force con el mérito añadido
de tener la edad de ¡63 años! Ahora bien, en mi caso, siendo un fan desde hace
25 años, necesito que este hombre pasee a relucir sus grandes joyas del pasado
so pena de que mis apreciaciones negativas se acentúen. Es decir, todo lo que
pueda tocar de The Rising en adelante me chirría bastante y condiciona
enormemente el show. Por fortuna, ayer en Gijón, el set-list fue excelente y
eso es un punto a favor muy importante para que disfrutase de la velada.
Por supuesto los temas nuevos estuvieron presentes, pero
en menor medida de lo que venía ofreciendo últimamente. Tener la posibilidad de escuchar gemas de su
propio sello como son “Because the night” (soberbio Nils Lofgren), “Badlands”, “Atlantic
City”, “The river”, “Spirit in the night”, “Out in the street”, “Light of day”,
“She’s the one”, “You can look (but you better not touch) o una super-emotiva
“Drive all night”, ya valen el precio
del ticket que has pagado. Cuando se pone así, no tiene rival posible.
Tampoco me quiero olvidar de alguna cover que vale su peso en oro como “Shout”,
“Seven night to rock” o una demoledora “Travellin’ band” de la Creedence que
lamentablemente nadie conocía a mi alrededor
y que vociferé con toda mi alma. Es una pena que muchos fans de Bruce no vean
más allá y desprecien clásicos de ese calibre. En fin, peor para ellos.
Esos fueron para mi gusto los grandes momentos de la
noche y en los cuales disfruté como un bellaco, pero también los hubo que no me
gustaron como es el tratamiento festivo que le da a ciertos temas. Por momentos
parecía incluso una verbena con los típicos “lolololo--lalalala--oeoeoeoe” de los fans. Los
ejemplos estuvieron presentes en medianías como “Radio nowhere” (lo siento no
puedo con este tema), la más que sobada “Dancing in the dark”, una innecesaria “Twist
and shout”, la insufrible “Waitin’ on a sunny day” e incluso “Darlington
county”, que te dejan un sabor agridulce. No me gusta esa faceta tan jocosa y
en la cual el show para mi gusto baja enteros. Otra cosa que sobraba fue sacar
al escenario a un par de críos. Creo que con una vez era más que suficiente. Además,
no le veo ninguna gracia meter a un crío pequeño en las primeras filas en medio
de apretones y empujones. A ciertos padres se les va la olla con tanta
irresponsabilidad. Bruce debería no abusar tanto con esos trucos escénicos de
interactuar con la peña que tanto le gusta a su audiencia más devota. Por lo
demás, chapeau Mr. Springsteen.