El 5 de julio quedará grabado en mi retina como una de
las grandes citas del rock’n’roll en nuestro país, pero rock’n’roll del grande,
a cargo de un coloso como George Thorogood y sus Destroyers, que arrasaron,
como si de un tsunami se tratase, por la sala La Riviera de Madrid.
La verdad es que llevaba años esperando este encuentro
con el de Delaware. Hace unos meses cuando se supo las primeras fechas por el
continente europeo, estuve muy tentado en irme al Reino Unido y saldar mi
cuenta pendiente con este fenómeno, pero gracias a Dios, un avispado y conocido
promotor nos brindó la posibilidad de verlo por nuestras tierras con un par de
fechas. La cita era pues irrechazable.
Así que para la capi nos fuimos el pasado viernes a
rendirle nuestros honores al gran George y disfrutar por fin de uno de sus
bolos que tanto deseábamos desde hace lustros. Con un calor asfixiante nos
presentamos en la diminutiva cola unas pocas horas antes de empezar la actuación y
rápidamente entablamos conversación con una gente de Barcelona la mar de maja
que curiosamente conocían nuestros blogs. !Un placer conoceros, Joan, Encarna y
Ernesto! Al poco se nos presentó la oportunidad de hacernos una foto con el guitarrista Jim Suhler que no desaprovechemos.
Sin teloneros, se nos presentó Thorogood and the
Destroyers a las nueve en punto de la noche con una demoledora “Rock Party” que
ya dejaba bien a las claras lo que íbamos a
experimentar durante los siguientes 100 minutos de actuación: rock’n’roll, rock’n’roll y nada más que
rock’n’roll, para sudar la camiseta y volverte literalmente chalado con los
guitarrazos diabólicos que escupía esa Gibson ES . Así de claro y sencillo para
él y tan difícil de plasmar para otros.
El bolo en sí no fue más que una celebración por todo lo
alto de nuestra música favorita. Un tributo a los grandes del género, ya sea del
blues, el country o el rock’n’roll clásico, pasado por el filtro sonoro de este
enorme personaje llamado Thorogood, que desgraciadamente no ocupa el lugar merecido
en la comunidad rockera de este país. No es casualidad pues, que nombres como
Hank Williams, Bo Diddley, Johnny Cash, Chuck Berry o John Lee Hooker se
paseasen por el repertorio que nos brindó el pasado viernes en La Riviera. Mis
momentos de la noche fueron sin duda ese inicio espectacular con una festiva “Rock
party”, la imprescindible “One bourbon, one scotch one beer”, “Bad to the bone”,
“Madison blues” y un final de infarto con “Johnny B. Goode”, coreada a pleno
pulmón por toda la sala.
Pero no sólo de repertorio se vive en esto del rock. Hace
falta tablas, actitud y mucha chulería para creerte un grande y este cabronazo
lo tiene y encima le sobra en abundancia, todo adornado con un sentido del humor
que ya quisieran muchos. El tío es una bestia y no baja el pistón en ningún
momento. A saco y con la quinta marcha puesta desde el primer segundo. No me
extraña que al final se quedara exhausto con esa avalancha rockera que nos
apabulló durante más de hora y media. Sublime, apoteósico e histórico. El
rock’n’roll ha salido triunfado de la mano de este señor.
No puedo dejar de pasar que al finalizar el bolo, el
propio Thoroggood le regalase a Paulamule el bootleneck con el que tocó. Un
preciado fetiche que guardaremos como oro en paño en nuestro particular museo.
Todo un detallazo que no olvidaremos nunca. Una pena que antes y después no se
parase a firmar a sus fans, pero todo no puede ser.
Para finalizar, un saludo con toda la peña con la que coincidimos
después del bolo. Un placer estar un ratito nuevamente con Joan y los suyos,
Fernando y su hermano, Raúl & Vanesa,
un par de colegas de Mr. Sabbath muy majetes y poner cara a Stormy. Con
este último, la charla se prolongó bastante, pero da gusto hacerlo con un tipo
que ama la música y el blues por encima de todo. Ojalá nos veamos otra vez,
compadres, y más con un bolazo de este calibre!!
Parte del set-list de la noche y el bootleneck de Mr. Thorogood