Justo hace una semana se cumplió el vigésimo aniversario de uno de los discos más especiales de la década de los 90's, como es el "Forever blue" de Chris Isaak, y es de recibido en este blog tener unas pocas palabras para celebrarlo.
No es un disco para escuchar especialmente estos días tan soleados, que invitan a salir de casa para lanzarte de cabeza a la playa y darte un buen chapuzón por las todavía algo frías aguas del Cantábrico. No, "Forever blue" no es precisamente sinónimo de alegría y felicidad, es la clase de trabajo para escuchar en la intimidad de tu hogar, con la persiana bajada y donde el tiempo es todo menos sol y cielo azul.
Chris en aquellos años no pasaba animicamente por un buen momento debido a una ruptura sentimental y facturó una obra llena de tristeza, melancolía y mucho dolor. Imposible quedarse indiferente ante interpretaciones llenas de emotividad como son "Somebody's cryin'", "Don't leave me on my own", "Graduation Day", la escalofriante "Changed your mine", la fatídica "The end of everything" o esa tremenda "Forever blue", que te invitan a llorar como un niño. La voz atormentada de Chris lo llena todo en cada uno de los temas y te llega a lo más profundo de tu corazón. Señalar, por último, un tema que, para mis gusto, desencaja un poco en la temática del disco como es el vacilón boogie "Baby did a bad bad thing", que poco tenía que ver con el resto, pero iniciaba de manera sublime este irrepetible álbum en la carrera de este hombre lleno de clase y con una voz como ya no se oye en el panorama actual rockero.
En cuanto se presente un día gris insufrible, de esos que tanto abundan por estas tierras asturianas, lo vuelvo a pinchar como se merece.
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