BILLY IDOL: La Riviera, Madrid 19 de julio 2012

Y llegamos al gran triunfador de la semana pasada por los madriles: ladies & gentlemen ¡¡¡Billy Idol!!!

La verdad es que no me lo esperaba. Antes de partir para la capital pensaba honestamente que The Cult y sobre todo Dickey Betts iban a ser los dos bolos estelares de nuestro viaje pero, miren por dónde, se coló en gran Billy Idol para ofrecernos a todos los presentes un pedazo de concierto que quedará marcado a fuego en nuestras memorias. ¡Vaya derroche de facultades nos regaló este elemento! Este tío lo tiene absolutamente todo: tablas, presencia, fuerza, imagen (a sus 56 años se conserva como si fuese un ¡top-model!), glamour, maneja las masas a su antojo y por si fuera poco va sobrado de actitud y chulería, cosa que le falta a la mayoría de cantantes de hoy en día. Todo un recital que difícilmente puede ser superado. Un crack como la copa de un pino y todo un ejemplo de cómo debe desenvolverse un frontman a lo largo y ancho de un escenario.

La tarde no pudo empezar de mejor manejar. Cuando llevábamos media hora haciendo cola, Mr. Billy Idol se bajó del autobús que acaba de aparcar delante de la puerta que le llevaría al backastage de la Riviera. Sin inmutarse lo más mínimo, y con una naturalidad asombrosa, fue haciéndose fotos y firmando uno a uno todo lo que sus fans le entregaron. Incluso se puso a cantar unas estrofas del “C’mon c’mon” con uno de sus seguidores más devotos. Aquí os dejo el vídeo de Paulamule. La escena es impagable.



Con esas sensaciones tan positivas, ya nada podía fallar y Idol se encargó desde el primer momento de que fuese así. Poco importa que se dejase en el repertorio algún clásico como “Cradle of love”, “Prodigal son” (¡por Dios!), “To be a lover” (¡por Dios x2!) , Catch my fall” o que incluso se olvidara por completo de su excelente álbum “Devil’s playground”. El solito se basta para ofrecerte un show de una intensidad suprema echando mano de sus otros clásicos, su etapa con Generation X, donde cayeron varios cortes, o quedando más ancho que un ocho con dos pedazo de versiones como la brutal “L.A woman” y el final de fiesta con el tremendo “Mony Mony” de Tommy James & the Shondells.

Sería injusto si no citase al resto de sus compañeros que le acompañaron en la velada. De Steve Steven poco se puede decir que ya no se sepa. Este tío es un guitarrista de primerísima categoría con un feeling muy especial y sobrado de recursos técnicos. Hasta el solo de famenco/hard que se marcó en el ecuador del bolo fue de escándalo. Un lugarteniente de lujo que respalda a las mil maravillas a su jefe de filas. El resto de la banda suena como un cañón con músicos de la talla de Billy Morrison, Derek Sherinian o toda una bestia como el tatuadísimo Jeremy Colson, que me dejó sin habla al verle aporreando con tanta brutalidad su batería.

Bolo ¡memorable!, sin discusión, y todo un placer escuchar al creador de himnos como “Flesh for fantasy”, la irresistible “Sweet sixteen”, “Ready steady go”, “White wedding” (¡momentazo!), “Dancing with myself” y sobre todo el punto álgido de la noche con “Rebell Yell”, con toda la sala gritando como posesos y como si la vida nos fuese en ello el famoso estribillo: “ In the midnight hour she cried more, more, more, with a rebel yell she cried more, more, more"” …¡indescriptible el griterío, la locura y el estado de euforia del personal.
A señalar también, el detallazo de regalar a las primeras filas varios set-list, baquetas y ¡platos de cartón! firmados por la banda, púas a tutiplén y la propia camiseta de Billy Idol que entregó al fan que cantó con él horas previas al bolo. Un gesto que le honra como persona.

La cara de felicidad al acabar el bolo era el fiel reflejo y la mejor prueba de lo sucedido durante las dos horas que nos ofreció todo un pedazo de personaje como es ¡Billy Idol!
Directo a conciertos del año.