RAMONES: "Rocket to Russia" (1977)

La reedición en formato vinilo de los cuatro primeros discos de Ramones por parte de Rhino Records fue la excusa perfecta para volver a retomar hoy las canciones del legendario cuarteto de New York City.
Francamente los tenía muy olvidados desde hace mucho tiempo. Hubo una época que no paraban de sonar en casa a todas horas ya fuera con sus primeras obras, su material con Phil Spector en “End of the Century”, lo que firmaron en la recta final de los 80’s con esa delicia llamada “Brain drain” o incluso su paso por los 90 en plena era grunge con el destacado “Mondo bizarro”. Es tal el olvido que les tengo que en más de tres años de la existencia de este blog no les he dedicado ni un sola entrada a esta mítica banda. No merezco ni la piedad de los Dioses del rock. Shame on me!!
Podía haber sido cualquiera de esos trabajos para volver a reengancharme a su música. Todos brillan a un nivel sobresaliente y cualquiera debería figurar en una buena colección que se precie, pero el elegido no podía ser otro que mi álbum preferido de la banda, que lleva por nombre “Rocket to Russia”, editado en el 77, el mismo año que se concebía el mítico “Never mind the bollocks” de los Sex Pistols.

En ese punto de su carrera, Ramones firmaban otro pedazo de punk-rock de altos vuelos con una serie de canciones que marcaban los pasos a seguir para muchas bandas que veían en el punk una vía de escape y otra manera de ver la música. La cantidad de clásicos que atesora este disco es de escándalo. Se mire por donde se mire no hay un solo tema de desecho y todas las composiciones conforman un trabajo redondo como pocos se hicieron en ese género.
Da igual que sea "I Can't Give You Anything", “Sheena’s a punk rocker”, “Teenage lobotomy”, “We’re a happy family” (siempre me encantó ese título) o “I wanna be well”, son todos clásicos uno detrás de otro para dinamitar cualquier fiesta. Himnos compuestos por melodías perfectas para cantar a pleno pulmón y desfallecer del gusto.
Además siempre me encantó ese elemento surf que le imprimieron, bajo su propio filtro, a canciones como “Surfin’ bird” de los Trashmen o ese irresistible “Rockaway Beach”, firmado por el gran Dee Dee Ramone.
Espero no tardar tiempo en volver a escucharlos. Me han alegrado la tarde como pocas bandas lo pueden hacer. Siguen siendo genuinos, inconfundibles y mil veces imitados pero sólo hay unos y esos son los Ramones.
Aquí no hay secretos musicales ni músicos con un talento desmesurado que valgan, simplemente es PUNK de primerísima categoría y eso ya es decir mucho.
One, two, three…let’s go!